Noticia
Dicen que en esta vida lo importante son los sentimientos, por eso me atrevo a intentar compartir los míos con vosotros. Porque este fin de semana los he tenido fuertes. Mi primera “media” empieza con mal tiempo y buen humor en un autobús junto a mi familia y compañeros de club, mayoría de personas a las que solo conozco de saludar en las carreras porque llevamos la misma camiseta, pero con la que he tenido la oportunidad de relacionarme y considerarlos más que gente de “saludo”, recibo consejos de veteranos en estas lides, que no viejos, risas, anécdotas, un mollete a medio camino y llegamos a Córdoba, bonita y fría.
Visitamos la ciudad y por la tarde-noche vamos al pabellón de la cena de la pasta y la fruta donde se empieza a percibir el ambiente de la carrera, está la radio, los gerifaltes, los negritos que ganarán mañana, recojo el dorsal, el chip y las camisetas y cenamos en una mesa con gente a la que no conozco, pero que va a correr, y nuestros hijos están jugando juntos en las gradas del pabellón a los cinco minutos. Después de hidratos y plátano pasamos por los stands y vemos las fotos premiadas del concurso de fotografía. Nos abrigamos bien y para el hotel a descansar. Cuando abro la mochila al llegar no están las camisetas, la de la cerveza me da igual pero la otra es el recuerdo de mi 1ª media, tanto abrir y cerrar la mochila para bufandas, guantes y gorros, se habrá quedado por allí, quien con niños se acuesta… en fin, todos hemos sido niños, espero que no sea mal presagio, mañana intentaré conseguir otra, si no la buscaré en Internet. Dormimos pronto y me despierta a las 5.30 de la mañana el ruido de la lluvia, ya no duermo más y espero a bajar a desayunar. Todo buen humor y risas en el desayuno que evita tensiones y nervios. Salimos a la calle y llueve un poco y frío, que frío! Camino a la salida vemos el cartel del km. 2 y del 20 ¡pronto estamos por aquí!
Nos cambiamos y a correr para quitarse el frío.
Empieza la carrera y disfruto de la misma, veo el paisaje, Córdoba tiene sitios bonitos como cruzar el puente de Miraflores y el Paseo de la Ribera, doy la palmada a los niños al pasar, mucha gente en sitios raros haciendo fotos para el concurso, y gente aplaudiendo y animando a nuestro paso, hablo con mis compañeros, todo ello mientras poco a poco vamos adelantando a otros atletas, pienso en la de cosas que se pierden los que van a por marca. Todo va bien hasta el km. 9.5, pinchazo en el gemelo. Me duele, trato de seguir el ritmo pero duele, decido pararme a estirar un poco, sigo y duele. Aflojo el ritmo hasta que el dolor es soportable porque hoy no me voy a retirar, hoy hay que terminar. Sucede algo extraño, ya no veo niños ni fotógrafos y pierdo la conciencia de los Km. que voy superando. Empieza a pasarme gente pero no me afecta, ya he decidido que mi carrera de hoy es terminar a toda costa y eso pienso hacer. Esto que experimento debe de ser lo que llaman la soledad del corredor de fondo o algo así, pero de lo que me doy cuenta es de que en este deporte no solo se ejercitan los músculos, la cabeza tiene mucho que ver en esto. Después un contratiempo con una naranja, un médico pesado, otra parada y juramento de que no volveré a coger ninguna jamás, empiezo a pasar a gente y ver a otros que van andando , aparece ante mi el cartel del Km. 19, os juro que de los anteriores no me acuerdo, justo detrás un señor mayor solo que me grita ¡animo, ustedes son los que tienen mérito y no los que cobran!, le agradezco el animo y pienso en lo poco que me queda, estos km. pasan sin querer porque la meta esta cerca, ya veo la pista y hay que dar una vuelta, ánimos del presi al llegar, entro en la pista y escucho a mis hijas gritar, las saludo y levanto los brazos, lo he conseguido, paso la línea de meta y lo que siento no se puede describir, supongo que algunos ya lo habéis sentido y os aseguro que ha merecido la pena aguantar el dolor durante más de una hora. Sigo andando y voy como flotando, al fondo la música de roky, me siento a quitarme el chip junto a otro atleta y estamos como drogados, las pupilas dilatadas y cara de felicidad, nos estrechamos la mano, enhorabuena, algo que me repite todo el que me da algo, en este momento te das cuenta de que somos un poco como filípides, aquel primer atleta que hizo 42 km. para que le pusieran el nombre de un campo a su carrera, anónimos que somos felices por competir con uno mismo y llegar vencedores con solo llegar, vencedores de todo y nada. De esta experiencia me queda dolor intenso del gemelo, satisfacción y autoestima al 100%, nuevos amigos y la convicción de que la próxima haré una marca mejor, o no, con poder disfrutar de una carrera entera como la de mis primeros 9 km. Me doy por satisfecho. Ojala sea así.
Saludos a todos.
Christian Forbus
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